miércoles, 5 de febrero de 2014

El camino no elegido

 Camino a Hubbelrath (1969), Gerhard Richter. Óleo sobre tela, 100 x 140 cm.



I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.

The Road not Taken, Robert Frost

A medida que pasa la vida, adquirimos la costumbre de fantasear sobre los caminos no escogidos, sobre los paisajes que no hemos visto, sobre los compañeros de viaje con los que no nos hemos cruzado. También lo hizo el poeta Robert Frost en su día, tan acertadamente que su poema es un clásico que cualquier joven estadounidense ha analizado en clase de literatura. Pero lo cierto es que los últimos versos encierran un misterio: “Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo/yo escogí el menos transitado/y eso marcó la diferencia”.  
Pero ¿cuál fue la diferencia, señor Frost? ¿Encontró lo que buscaba? ¿En algún trecho del camino elegido deseó regresar al punto de partida? ¿Y lo hizo, señor Frost? ¿Elegimos el camino o él nos elige?
Son preguntas que haría cualquier adolescente al señor Frost si lo tuviera delante. De hecho, son preguntas que me hice otra vez, tantos años después de leer el poema por primera vez, cuando hace unas semanas me encontré delante del cuadro Paisaje cerca de Hubbelrath de Gerhard Richter (*). Richter me llevó al poema de Frost, y el señor Frost a las preguntas de siempre. La diferencia (y no sé si es la diferencia de la que habla Frost en el poema) es que ya no me angustié ante esas cuestiones, simplemente me sobrevolaron un instante y luego se esfumaron en el cielo que cubría el camino hacia Hubbelrath. Lo importante no era escoger uno de los dos caminos; contemplando el cuadro, pensé que tanto daba ir a derecha o a izquierda, lo importante era poder aventurarse, ya fuera tomando el camino señalado o improvisando una ruta nueva.
Al comienzo de este texto no he revelado toda la verdad. De algún modo, Frost sí respondió al misterio nacido de su poema, y lo hizo al final de su vida con palabras que vienen a decir lo que el cuadro de Richter: que no te importe perderte en el paisaje, llegarás a Hubbelrath tarde o temprano, preocúpate solo de que el recorrido sea hermoso.
"Es la vida la que se bifurca como un río que rodea islas, ya sean estas grandes o pequeñas, para encontrarse a sí mismo más adelante y reconocerse.”
[* La exposición Davant l'horitzó, de la que forma parte este cuadro, se podrá visitar hasta el 16 de febrero en la Fundació Joan Miró.]

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