miércoles, 14 de mayo de 2014

La vida imaginada





Art Credit: Charlotte Tanguy 


"Es hora de empezar a vivir la vida que hemos imaginado." 
Henry James



A medida que pasan los años, mi vida se aleja sin remedio de la que había diseñado cuando —hace, pongamos una década fantaseaba sobre el futuro. Se han cumplido algunos sueños, pero duraron tan poco que no tienen un dibujo definido en mi conciencia. En cierto sentido, y a pesar de los innumerables esfuerzos por que mi vida real se pareciera a la imaginada, parto de cero. Y, bien mirado, no es un mal pronóstico: cuando partes de cero, solo puedes sumar. 

Durante estos días, voy de aquí para allá dándole vueltas a la cita de Henry James sobre las vidas que imaginamos, y sobre lo que nos impide materializarlas. Mientras, consulto compulsivamente mi correo electrónico a la espera de la noticia que podría acercarme a esa vida soñada. De momento, no ha habido suerte. El responsable actual de la realización de mis sueños, a quien ni siquiera conozco, o bien no ha respondido, o sus palabras han sido “casi, pero esta vez tampoco” en sus formas más refinadas y plurilingües: “Sentimos informarle de que…”, Nous sommes désolés de vous informer…To my regret I have to inform you that your application has not been selected”.

Me pregunto qué diría Henry James a todo esto, si se trata de soñar con una vida que nunca tendremos mientras vivimos con los pies asentados en el suelo que pisamos; o de no dejar de insistir en el intento de vivir los sueños, aunque eso implique caminar de puntillas de fracaso en fracaso. No querría terminar este post con un sabor amargo, porque se supone que el cambio podría estar a la vuelta de la esquina y lo último que desearía es que, después de tanto perseguirlo, lo espantara y saliera corriendo.

jueves, 1 de mayo de 2014

Palabra de viajero




Momento de descanso durante Talleres Islados. Foto de Pere Monés



"El mejor viajero es el que no quiere ir a ninguna parte sin ti."

Doble fondo, Benjamín Prado


A veces ocurre que uno se rodea de personas maravillosas que llevaría, si acaso, toda una vida encontrar por separado, pero que una pasión común reúne en ese estado tan complicado de invocar que es “el aquí y el ahora”. Solo conozco dos maneras de provocar esos encuentros: los viajes y la literatura. Cuando un viaje me regala una bella historia que contar o un viajero comparte de viva voz su aventura, no hay duda de que he rozado el paraíso. “Partir es vivir”, y una vez que identificas ambos verbos, estás perdido para siempre, buscando destinos, robando historias.

Javier Reverte, viajero escritor o escritor viajero que recorre el mundo en calidad de “robador de almas” visitó Talleres Islados en Menorca para hablar de literatura y viajes el pasado mes de abril. Me pregunto si robó alguna sin que los asistentes nos diéramos cuenta. Yo tengo la sensación de haber regresado con el alma entera, pero quién sabe. 

Cuando emprendo un viaje, siempre me preocupa el regreso; no por temor a que suceda una calamidad que me impida recuperar mi rutina, sino porque temo que mi alma se quede en el lugar y se resista a regresar conmigo. Me ha pasado varias veces, que me cuesta volver, que mi cuerpo amanece en la cama de siempre pero mi mente retiene una imagen, un cierto aroma, la luz y la calidez del sol en un momento concreto del último viaje; y que mi alma se queda suspendida entre dos mundos. Le pregunté a Javier Reverte sobre esa nostalgia del viajero y me dijo que únicamente hay una solución posible: viajar de nuevo.