miércoles, 15 de enero de 2014

L'affaire Hollande





 Portada de la publicación Closer




Como ya ocurrió durante el mandato de Nicolas Sarkozy, ese Je ne sais quoi tan francés ha alcanzado las habitaciones del Elíseo. Los ocupantes de este palacio sucumben a las pasiones, las primeras damas sufren crisis nerviosas y los presidentes se enfrentan impávidos a las consecuencias de sus debilidades. 

Paris est chic, de eso no hay duda. En tiempos difíciles, la gestión política pasa a segundo plano mientras François Hollande debe decidir quién es la verdadera dueña de su corazón. Oh, là, là, l’amour! Me imagino a los parisinos debatiendo en los bistrots y los cafés sobre cuál debería ser la decisión de François, sobre la belleza de las dos damas en discordia, sobre la justice poètique que recae ahora sobre la primera dama, Valerie Trierweiller (Hollande dejó a su ex pareja, la dirigente socialista Ségolène Royal, por ella).

El enero español, en cambio, no está envuelto de esa aura tan folletinesca, más bien vivimos un comienzo de año un tanto gris. Ni siquiera l’affaire Cristina de Borbón levanta esta espesa bruma. En tiempos tan convulsos, las noticias que llegan de Francia aportan algo de color rosa a este invierno sin fin. Al menos, al otro lado de los Pirineos la élite política utiliza una prerrogativa cuyos efectos no se hacen sentir más allá de las fronteras de un dormitorio: l’érotique du pouvoir.

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