Art credit: Linda Troeller
"Que este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, [...] y no buscar lo imposible, sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo."
1 de enero, viernes, Alejandra Pizarnik
En 2011, una serie de circunstancias le daban la vuelta a mi
vida, y fue entonces cuando inauguré una nueva etapa personal a la que denominé
“la Era de la Incertidumbre”. Curiosamente, y por primera vez desde que me había
convertido en un ser adulto consciente y sintiente, mi caos interior estaba en
perfecta simbiosis con el caos exterior. La reciente crisis económica había
dado la bienvenida a tiempos extraños y yo no me sentía fuera de lugar en el
mundo: intervalos nubosos si miraba hacia dentro o hacia fuera y ni rastro de
anticiclones insolentes que me recordaran tiempos más felices.
Mucho ha llovido desde 2011, y aunque ha habido algún que
otro día de sol, todavía no puedo dar por finalizada
esta etapa. Espero que, sin darme cuenta al principio, y tal y
como pasó en 2011, poco a poco se vayan instalando nuevas variables que
obliguen a un cambio de era. Y que esta vez el nombre sea, cómo no, positivo e
inspirador.
La mayoría de las veces la felicidad nos pasa desapercibida, y eso es algo que nos hace sentir estúpidos y culpables cuando llegan de verdad los malos tiempos. Pero también logramos que nos pase desapercibida la infelicidad, y nunca nos damos la enhorabuena por ello. Por sobrellevarla con apariencia de normalidad, e incluso por sonreírnos delante del espejo. Por seguir dando brazadas dentro del agua, ocupados en mantenernos a flote mientras esperamos pisar de nuevo tierra firme.
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