“Desde el avión contemplaba vistas que podría calificar de cósmicas. ¡Cómo me invitaban a la meditación, cómo me recordaban las verdades fundamentales de la Tierra!
[…] el meandro resultante de la erosión es un fenómeno de desarrollo cíclico muy parecido al pensamiento creativo, a la invención humana. Al seguir el contorno de un meandro desde el aire he comprendido las dificultades que aparecen en los asuntos humanos, los callejones sin salida en los que se atascan y las soluciones aparentemente milagrosas que solucionan las situaciones inextricables.”
Charles Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier
Charles Édouard Jeanneret-Gris nació a finales del siglo XIX, vivió dos
guerras mundiales, la regeneración de Europa y el inicio de la optimista década de los sesenta.
Poseía el genio y la curiosidad infinita de un hombre del Renacimiento: fue
arquitecto, urbanista, pintor, diseñador de mobiliario, viajero, escritor,
fotógrafo y realizador de cine. Nació en una pequeña ciudad suiza, pero pronto
germinó en él un espíritu viajero que lo impulsaría a visitar Italia, Grecia y
Turquía, antes de acabar asentándose en París en 1917. A lo largo de su vida
trabajó en más de cuatrocientos proyectos y construyó setenta y cinco edificios
en doce países.
Proyecto para la ciudad de París
Esa es la vida en logros, datos y cifras de Le Corbusier. No obstante,
lo que llama la atención del artista es el lugar que ocupó el hombre en una
época en que todo parecía llamar a la aniquilación. Sus proyectos para la
ciudad de París, cuyos bocetos datan de los primeros años treinta, podrían
haber sido diseñados hoy, al igual que su famosa construcción, la casa Saboye, puesta
en pie en 1929. Durante mi visita a la exposición que le dedica CaixaForum en
Barcelona, tuve que regresar más de una vez para comprobar las fechas. ¿Era
posible que mientras Le Corbusier proyectaba el futuro otros planearan la
destrucción de Europa? ¿Podía convivir la solidez de un ángulo recto con la
monstruosidad de la construcción de un campo de exterminio?, ¿su proyecto para
La Cité de París con la ocupación nazi y las bombas que estaban por venir?
Ville Saboye, 1929
Son inevitables las palabras “genio” o “visionario” para calificar a Le
Corbusier, también “poeta”. Suya es la ley del meandro, que formuló mientras
sobrevolaba Sudamérica en 1929 y que tiene más de poema que de teorema, aunque
muchos se empeñen en aplicarla en estos tiempos al mundo de la empresa.El arquitecto poeta pasó sus últimos días retirado como un ermitaño en
su cabaña de Roquebrune-Cap-Martin, con la única compañía de su esposa y del paisaje
del Mediterráneo, que había adorado
desde su juventud. En sus aguas encontró la muerte, posiblemente a causa de un
ataque al corazón.
[…]
La mar
vuelve a descender
a lo más bajo de la marea para
poder subir de nuevo a tiempo.
Un tiempo nuevo se ha abierto
una etapa un plazo un relevo
Así no nos quedaremos
a lo más bajo de la marea para
poder subir de nuevo a tiempo.
Un tiempo nuevo se ha abierto
una etapa un plazo un relevo
Así no nos quedaremos
sentados
junto a nuestras vidas.
El poema del ángulo recto
Cabaña de Le Corbusier en Roquebrune-Cap-Martin
[Le Corbusier. Un atlas de paisajes
modernos puede
visitarse en CaixaForum Barcelona hasta el 11 de mayo.]