lunes, 2 de diciembre de 2013

Ni una sola palabra de amor





Ni una sola palabra de amor, un corto de El Niño Rodríguez



Me pregunto cuál será el futuro de las palabras de amor, si ocurrirá como con las bibliotecas y todas quedarán colgadas de una nube que por intangible podría desaparecer en la nada si algún día aconteciera un apagón digital. Como si nunca hubieran sido escritas. Ni sentidas.

Ahora las palabras de amor se escriben en un dispositivo, se envían a través de Internet y emprenden un vuelo invisible hasta llegar a su destinatario. No hay papel, ni el pulso que se fija en la caligrafía, ni espera, ni reflexión. Ya no es posible dudar de la fiabilidad del servicio de correos, ni aquel gesto tan poético de romper cartas de amor de un remitente que nos traicionó, ni el arrepentimiento y la unión de los pedazos. Basta pulsar un botón. Eliminar.

¿Nos quedaremos sin cartas de amor? Ese legado hermoso del que decía Pessoa que uno solo se arrepentía si no las había escrito. ¿Y qué hay de los mensajes de voz? Hoy en día tienen fecha de caducidad y se volatilizan de nuestros teléfonos inteligentes sin previo aviso.

Esta angustia repentina por la imposibilidad de recuperar historias, me vino tras ver el corto Ni una sola palabra de amor. Su director, El Niño Rodríguez, utilizó una historia real que había quedado fijada en una cinta de casete para recrear las angustiosas horas de María Teresa hablándole a un contestador automático de los de antes. El aparato también es real, tanto que su comprador lo adquirió como una reliquia en el mercado de las Pulgas de Buenos Aires, sin saber que guardaba un tesoro en su interior: una historia de amor.  

¿Cómo acaba la historia de María Teresa y Enrique? Después de que el corto recibiera numerosos premios, los protagonistas se reconocieron en sus voces de hace décadas y no tuvieron necesidad de reencontrarse para reírse del pasado: en la actualidad pasan de los sesenta y están felizmente casados. ¿Por qué Enrique no contestaba a los mensajes desesperados de María Teresa? Se había dormido, de verdad. Durante las horas en que su futuro pendió del hilo telefónico, Enrique dormía. Historias…





2 comentarios:

Talleres Islados dijo...

Después de escribirte un "megacomentario", no se qué hice y al enviar se borró todo ( puse mal el perfil). Al menos viene a cuento el hecho. Empezaba preguntando qué se debe decir a una hermosa mujer que nos escribe hermosas cosas... y acababa diciendo que el teclado engulle el papel, el tiempo, la espera, la duda y los gestos, pues igual sirve para una A que para enviar, con ese amago de gesto que no acaba de serlo se resumen todas las curvas, las presiones, los tachados, los temblores, las lágrimas, esos gestos que el papel recogía amoroso sabiendo que decían más que el texto y que los silencios. Un beso, guapa. Disfruta de tu dietario y de tus querencias.

Susana Herman dijo...

Gracias, Mariona, por ofrecer tanta querencia. A ver dónde me lleva este dietario, espero que a lugares hermosos que podamos compartir. Abrazo grande.