miércoles, 12 de abril de 2017

Y casi sin darnos cuenta, Sant Jordi



Fourth Avenue, New York (man reading at outdoor book stall), June 4, 1959. 
Art credit: André Kertész. 


Se ha tendido un largo puente entre Navidad y la primavera. Casi todo lo que ha sucedido entre diciembre y abril lo puedo contar en libros y en lugares y personas que tienen que ver con ellos. No puedo negar que eso me hace feliz, pero también que hay algo de vida que se pierde entre el blanco y el negro de las hojas impresas. 

Sant Jordi obliga a que el oficio de los libros, tan difícil, a veces, tan solitario, a veces, salga a la calle para que le toque el sol. Pasearemos, nos miraremos con un libro en la mano y veremos qué tal nos sentó el largo invierno, que, por fin, terminó.

Nada crece a la luz de la luna, Torborg Nedreaas (errata naturae)

Jardín de invierno, Valerie Fritsch (Alianza)

Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez (Anagrama)

Un mal secreto, Ann-Marie MacDonald (Lumen)

El último de los oficios. Entrevistas 1962-1991, Marguerite Duras (Planeta Argentina)

Cartas desde Estambul, Mary Wortley Montagu (La Línea del Horizonte)

Canción dulce, Leila Slimani (Cabaret Voltaire)

El libro de Gloria Fuertes (Blackie Books)

Celia en la revolución, Elena Fortún (Renacimiento)

Tres luces, Claire Keegan (Eterna Cadencia) / Tres llums (ed. catalán, Minúscula)


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