Momento de descanso durante Talleres Islados. Foto de Pere Monés
"El mejor viajero es el que no quiere ir a ninguna parte sin
ti."
Doble fondo, Benjamín Prado
A veces ocurre que uno se rodea de personas maravillosas que
llevaría, si acaso, toda una vida encontrar por separado, pero que una pasión común
reúne en ese estado tan complicado de invocar que es “el aquí y el ahora”. Solo
conozco dos maneras de provocar esos encuentros: los viajes y la literatura.
Cuando un viaje me regala una bella historia que contar o un viajero comparte
de viva voz su aventura, no hay duda de que he rozado el paraíso. “Partir es
vivir”, y una vez que identificas ambos verbos, estás perdido para siempre,
buscando destinos, robando historias.
Javier Reverte, viajero escritor o escritor viajero que
recorre el mundo en calidad de “robador de almas” visitó Talleres Islados en
Menorca para hablar de literatura y viajes el pasado mes de abril. Me
pregunto si robó alguna sin que los asistentes nos diéramos cuenta. Yo tengo la
sensación de haber regresado con el alma entera, pero quién sabe.
Cuando emprendo un viaje, siempre me preocupa el regreso; no
por temor a que suceda una calamidad que me impida recuperar mi rutina, sino
porque temo que mi alma se quede en el lugar y se resista a regresar
conmigo. Me ha pasado varias veces, que me cuesta volver, que mi cuerpo amanece
en la cama de siempre pero mi mente retiene una imagen, un cierto aroma, la luz
y la calidez del sol en un momento concreto del último viaje; y que mi alma se
queda suspendida entre dos mundos. Le pregunté a Javier Reverte sobre esa
nostalgia del viajero y me dijo que únicamente hay una solución posible: viajar
de nuevo.
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